Armas, Elena
Rosie está desesperada. Tiene solo ocho semanas para escribir una novela romántica en medio de su bloqueo creativo. Y encima se le ha derrumbado el techo del baño delante de sus narices. Por suerte, puede huir al apartamento de Lina mientras ella está de viaje. Pero lo que Rosie no sabe es que también se quedará allí Lucas, el primo de su mejor amiga y de quien está virtualmente enamorada. Así que este caballero español le ofrecerá compartir el apartamento y le propondrá un extraño experimento para ayudarla con su trabajo: tener 4 citas románticas para que se ella inspire y pueda superar su bloqueo. Rosie acepta, y el experimento no solo la ayuda a escribir una gran novela, sino que también empiezan a enamorarse el uno del otro, pero la permanencia de Lucas en Nueva York tiene fecha de vencimiento. Así que estos dos compañeros de apartamento deciden sortear sus problemas personales y la distancia para animarse a escribir su propia historia de amor. De la autora del éxito Farsa de amor a la española, best seller de The New York Times, llega Experimento de amor en Nueva York, la tan ansiada historia de Rosie Graham y Lucas
Cuatro semanas no son demasiado para encontrar a alguien dispuesto a acompañarte a la boda de tu hermana al otro lado del Atlántico, y menos aún si tiene que fingir que te ama. Suena ridículo, sí, pero lo es aún más que Aaron Blackford, el compañero de trabajo al que Catalina no soporta, se ofrezca a hacerlo. Pero Lina está desesperada, y deberá sopesar qué es peor: aguantar a Aaron, con su aire petulante y sus ojos de hielo, o admitir a su familia que ha mentido y que es toda una farsa. Como diría su abuela: que Dios nos pille confesados
Adalyn Reyes siempre ha estado centrada en los Miami Flames. Sin embargo, su impecable carrera se ve afectada cuando el vídeo de un altercado con la mascota del equipo se hace viral. En consecuencia, el dueño del club (que casualmente es también su padre) la manda a un pueblo en mitad de la nada para que reflote el equipo de fútbol local. Adalyn está dispuesta a dejarse la piel para conseguirlo, pero no contaba con que sus jugadores serían un grupo de niñas de nueve años con tutú y una cabra como mascota.