¿Y si la hipertensión arterial, el infarto o incluso el colesterol fueran reveladores de unos conflictos emocionales ocultos?
Las enfermedades, afirma Christian Flèche, son una tentativa de autocuración, una reacción biológica de supervivencia frente a un acontecimiento emocionalmente incontrolable, de manera que cualquier órgano dañado corresponde a un sentimiento preciso y tiene una relación directa con las emociones y los pensamientos.